No puedo hacer nada para
evitar ese dolor que siento cada vez que te veo, cada vez que se que me haces
falta.
Quiero morir una y mil veces
para que esto desaparezca por completo.
Necesito NO quererte,
necesito NO sentirte, NECESITO NO NECESITARTE.
¿Cuántas palabras se ha
llevado el viento de tu boca? ¿Cuánto dolor dejaste al partir? ¿Cuántas
mentiras has dicho sin titubear? ¿Cuántas veces te creí? Mil preguntas más podría
hacer y perder todo un día tratando de responderlas, pero .. ¿Acaso tiene
sentido?
No se que fue lo que me hizo
llegar a creerte. Te di la oportunidad de que me conozcas y conocerte, pero
decidiste jugar, decidiste lastimar sin importar los sentimientos que tenía. Jugaste
con las cartas sobre la mesa, intercambiando dichas fichas constantemente. Planeando
estrategias, perfeccionando la jugada.
Calculaste hasta el mas mínimo
movimiento, para llevar a cabo la partida, y como era de esperarse GANASTE. Pero
así como ganaste, también PERDISTE.
Ganaste destrozarme en
millones de pedazos, ganaste obtener mi corazón y patearlo, te ganaste mi ODIO.
Perdiste la oportunidad de que te aprecien tal cual eras, perdiste el amor de una
familia, PERDISTE TODO.
Considérate un infeliz, por
que con el tiempo te vas a dar cuenta de como tu entorno va a rechazarte, como ‘lo
mas importante’ de tu vida –claramente entre comillas, porque es evidente que
para vos no lo es- te va negar, te va rechazar, te va a objetar y no hay peor
humillación que esa. No existe peor dolor que un hijo te rechace.
Tu juego fue único, pero no
sos el único que lo supo jugar. Yo sigo jugando tu juego, y recordá “El que ríe
último ríe mejor”.
El juego continúa… ¡Buena suerte para vos, gran perdedor!