martes, 5 de febrero de 2013


Sometida por el placer de estar entre sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo y los latidos de su corazón, que ahora, iban al mismo ritmo que el suyo. No quería que aquel momento acabase nunca. Estaba profundamente enamorada de él y era feliz con solo sentir su respiración cerca de ella. 
Mientras él dormía plácidamente, ella le observaba como un niño observa una pirueta. Veía en él, el hombre perfecto y es que, en realidad, lo miraba desde el corazón, sintiendo cada uno de sus rasgos, de su forma de ser, en su interior. 
Decidió acercarse más aún para poder sentirlo un poco más. Empezó tocando suavemente su cara mientras apreciaba su piel con el frágil tacto de sus dedos. Y así se detuvo en cada rincón de su rostro: sus ojos, sus mejillas, sus labios..
Avanzó un poco más arriba hasta tocar su pelo, tan singular y tan suyo. Mientras tanto, empezó a hacerse preguntas sobre cómo era posible que el amor le hubiese sido correspondido. Se acercó despacio a él y fue entonces cuando le susurró "Eres la suerte de mi vida". Él, aún dormido, se movió ligeramente hacia ella y la abrazó.  
Y resultó ser un momento corto, pero eterno para ella. Porque se encontraba en el paraíso, porque era feliz, porque estaba enamorada, porque había ido a parar al lado  de un ángel que ahora yacía dormido a su lado. 

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